lunes, 21 de junio de 2010

¿Se convirtió el gilismo en una organización mafiosa?

Académicamente es difícil definir el concepto de ”mafia” puesto que como expresión máxima de una organización criminal, tiene formas cambiantes y distintas formas de manifestarse. Existen gran número de definiciones para todos los gustos, desde la más estricta de “Organización jerárquica de criminales” a la más amplia, que la define como “sistema de relaciones clientelares”.

El GIL fue un grupo coordinado de personas que no se enfrentaban abiertamente a la Ley, sino que la utilizaban para lucrarse. En esta organización se daban algunas, no todas, de las características propias del crimen organizado, entre las que cabe destacar:

• Organización piramidal con fuerte liderazgo

• Objetivo ilícito (lucro)

• Amplia influencia social

Según el informe 21900/2006 de la Unidad de lucha contra el Crimen Organizado incluido en la operación Malaya “El Ayuntamiento de Marbella estaba controlado por una estructura criminal que partiendo del control político del Ayuntamiento de Marbella, ha desarrollado una atmósfera de favorecimiento mercantil por medio de resoluciones municipales a favor de promotores, constructores e inversores, que a cambio de dadivas vulneraban la normativa urbanística en perjuicio del interés general. Se trata de una sólida red de corrupción organizada de cara a obtener lucro sin reparar en los medios”.

Ha quedado probado en diversos procedimientos judiciales que Jesús Gil corrompió el Ayuntamiento de Marbella, a través de una organización. Ahora cabe preguntarse si tenía carácter mafioso o simplemente criminal. En este punto es importante reiterar que no todas las personas que pertenecieron al GIL tuvieron el objetivo de lucrarse y la disposición de quebrantar la Ley, sólo los más allegados a Gil obtenían el calificativo de “uno de los nuestros”; entrando en el círculo de personas que movían los hilos de los miles de colaboradores involuntarios al saqueo de Marbella. La historia, sin duda, dejará a cada personaje en el lugar que le corresponde. Desde un punto de vista objetivo, no podemos sostener que el GIL fuera un grupo de criminales organizado de forma jerárquica, puesto que no todos los que lo integraron conocían los fines de sus líderes ni tomaron parte activa de sus delitos, aunque si que se beneficiaron de una forma u otra. Sin embargo no cabe denominar al fenómeno GIL como una mafia en sí misma, sino como un grupo de subordinados a la autoridad de Jesús Gil que engañaban y utilizaban a la inmensa mayoría de los ciudadanos de Marbella con el fin de enriquecerse.

En los últimos años se ha constatado que el crimen organizado ha pasado de enfrentarse abiertamente a la Ley a adaptarse y camuflarse en formas legales ante la presión de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado. Este nuevo fenómeno lo podemos denominar como “mafias blandas” las cuales pretenden aprovecharse del sistema sin enfrentarse abiertamente contra él. Las mafias blandas no transgreden la Ley por sistema, sino que buscan los recovecos y oportunidades que deja para burlarla.

Si la sociedad fuera un cuerpo vivo, que lo es, la mafia sería una enfermedad vírica que se alimenta del huésped hasta matarlo, mientras que las mafias de blandas actúan como parásitos, alimentándose también del cuerpo pero lo necesitan con vida para seguir alimentándose, prolongando su agonía.

Es importante incidir en la diferencia entre corrupción y mafia. La primera es una expresión que engloba distintos tipos de delitos, sobre todo los cometidos en el ámbito de actuación pública. Las mafias internacionales que operan en la Costa del Sol hacen normalmente referencia a grupos organizados de países del este de Europa e Italia que invierten las ganancias de sus actividades ilegales.

Desde el punto de vista económico, una mafia es “Una organización criminal dedicada a explotar un mercado ilegal”. No cabe duda que el objetivo del GIL fue apropiarse de bienes públicos y enriquecerse gracias a su mercadeo y venta aún a costa de los ciudadanos. No creo personalmente que existiera una mafia en el sentido estricto de la palabra. Más bien existía un conjunto de delincuentes que cooperaban entre sí y engañaban a la gran mayoría de los ciudadanos de Marbella y San Pedro.
La corrupción en el gobierno de los ciudadanos es una deformación tan antigua como la misma sociedad que administran. En realidad la corrupción forma parte desgraciadamente, de la misma naturaleza humana, pero no es este tipo de degradación a la que nos referimos en este libro, sino a la de los poderosos, a la que se refería Marco Tulio Cicerón cuando decía “Corruptio optimi pessima est”, a la corrupción de las personas con responsabilidades políticas.

Paradójicamente, conozco a buenas personas que integraron el Grupo Independiente Liberal, y participaron activamente en él. Lo hicieron con la mejor de las intenciones, ajenas a lo que en realidad estaba pasando. Los propósitos delictivos sólo eran compartidos por las más altas esferas del poder, y su potente aparato informativo transformaba la percepción de los ciudadanos sobre su gestión. La mayoría de las personas que pertenecían al Grupo Independiente Liberal no compartían el objetivo criminal de sus jefes. En algunos casos les atraía el dinero fácil, en otros simplemente la lucha por la subsistencia. Incluso algunos pensaban hacer un bien a la comunidad. Probablemente, el carácter mafioso como tal sólo puede imputarse a los máximos colaboradores del capo, que eran los siguientes:
José Luís Jiménez, el brazo ejecutor de Jesús Gil, era apodado “el tirillas” por su delgadez. Lo conoció durante los 18 meses que pasó en prisión y desde entonces se hicieron inseparables. Era el hombre de los trabajos sucios, de los que no se podía encargar a otras personas. Gil le tenía un aprecio especial, y siempre le trataba de usted. En una ocasión, durante una reunión con los concejales lo dejó claro “quien toca a Jiménez me toca a mi”. Era quien personalmente gestionaba el patrimonio de Jesús Gil. Como en las familias tradicionales, su hijo heredó el acta de concejal y fue imputado por un delito contra la ordenación del territorio.

Manuel Castel, contable del saqueo de Marbella y de muchos de los negocios “B”, ya tenia experiencia en otros desfalcos puesto que provenía de la división financiera del grupo RUMASA. Manuel Castel disponía de despacho junto a Jesús Gil y por el pasaban todas las facturas de las sociedades 2000. Pedro Román primero y Julián Muñoz después, eran los encargados de los temas locales. Durante su presencia en el Ayuntamiento, Pedro Román, mano derecha de Jesús Gil, era quien compartía junto a Juan Antonio Roca la gestión de los asuntos urbanísticos.

Estas cinco personas eran el núcleo duro de la organización y los auténticos administradores del entramado societario que controlaba al Ayuntamiento de Marbella. Ni siquiera los concejales tenían acceso a ellos, puesto que los munícipes marbellíes durante muchos años no pasaron de ser meras marionetas cuya única función era levantar la mano en los plenos municipales cuando se les indicaba.

En un comienzo, resulta claro que Jesús Gil no tenía más objetivo que el de vender sus pisos y dirigir el Ayuntamiento como si de una empresa propia se tratase, con el fin de que tanto él como los ciudadanos disfrutaran de los dividendos. Durante muchos años, cualquier apariencia mafiosa era difuminada por el carismático capo que entre lo grotesco y lo chabacano daba una falsa apariencia de espontaneidad y ausencia de malicia. No deja de resultar curioso como muchos mafiosos se parapetan en clubes de fútbol. En realidad no se esconden detrás del escudo, se esconden detrás de la afición, buscan la impunidad del populismo.

El grupo GIL obtuvo 20.531 votos en su primera concurrencia a las urnas. En esas elecciones, a pesar del aumento del número de votantes en un 30.86 % el Partido Popular cedió el 82 % de sus votantes, mientras que Izquierda Unida perdió el 71,21 %, el movimiento independentista de San Pedro (que lucha por la segregación de San Pedro Alcántara) perdió el 39, 85 % y el PSOE el 31, 87%

Sus votantes se dejaron engatusar por una promesa de prosperidad. Marbella por entonces padecía una grave crisis económica y necesitaba un “salvador”, por eso su eslogan de “Voy a resucitar Marbella” convenció a propios y extraños.
Al cabo de los años, era más que evidente que Jesús Gil y Gil no había llegado a Marbella sólo para vender más pisos, sino también para robar. Para entonces el Estado había abandonado a la ciudadanía de Marbella a su suerte ya fuera por acción u omisión. La Junta de Andalucía no detenía las irregularidades urbanísticas porque cobraba los impuestos de la actividad inmobiliaria quizá sean causas más complejas (connivencia política inicial, falta de contundencia posterior y actuación tardía al final), la fiscalía no denunciaba, la justicia no condenaba, la policía no investigaba. Los ciudadanos estaban solos ante el Leviatán y la gran mayoría se rindió, produciéndose una terrible comunión entre los ciudadanos y la mafia gobernante: dame de comer y te dejo robar. El Estado de Derecho se había diluido en Marbella.

La siguiente tabla muestra la evolución del voto en las cinco legislaturas. Se puede observar como, a pesar del aumento progresivo de los partidos democráticos, el Gilismo se mantiene prácticamente sin desgaste a pesar de todas las imputaciones de delitos contra la Hacienda de todos los ciudadanos.


En 2003 con 21.978 votos el GIL había logrado siete votos más que cuatro años antes, es decir, prácticamente el mismo apoyo, significando éste el 47´08 % de los votos emitidos. Sin embargo, cuatro años antes este números de votos significaba el 52´3 %. El Leviatán corrupto se mantenía, pero la ciudadanía despertaba.
Este gráfico estudia el número de votos totales del GIL frente a la suma de votos del resto de formaciones políticas. Desde la primera legislatura la oposición democrática no dejo de crecer, señal de un progresivo despertar de la ciudadanía. Prácticamente el número de votantes a partidos democráticos se igualó en 1999 y en números absolutos, los gilistas estaban en minoría en el año 2003 frente al resto de partidos.

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