El resultado del urbanismo salvaje son 30.000 inmuebles fuera de ordenación, es decir desde el punto de vista administrativo, ilegales. Entre estos inmuebles 17.000 viviendas se encuentran habitadas. Estas viviendas las han adquirido personas, que, desde el punto de vista jurídico, son terceros de buena fe. Un caso paradigmático es el del Banana Beach cuya licencia de obras fue otorgada en Septiembre de 1998 apenas unos días después de la aprobación del Plan ilegal. El edificio se encuentra en terrenos calificados como equipamiento público, e invaden la zona de protección marítimo terrestre, es decir, que literalmente se introduce en la playa. Hay que reconocer que el conjunto es un auténtico monumento al salvajismo urbanístico. Se halla en mitad de la desembocadura de un arroyo, en zona inundable, si bien es cierto que el promotor, Avila Rojas, realizó un doble embovedado del arroyo.
En el Plan recientemente aprobado, esos terrenos son el punto del entrada del AVE a la ciudad, motivo por el cual el redactor Manuel Rodríguez Fustegueras ha decidido dejarlo fuera de ordenación condenándolo a la demolición. De hecho,
En este caso es notable la absoluta quiebra del Estado de Derecho. En primer lugar, tenemos un Ayuntamiento que da una licencia de obras manifiestamente ilegal que culmina con una licencia de primera ocupación igualmente irregular. En segundo lugar tenemos un juez que no paraliza cautelarmente las obras ante la denuncia de los ecologistas. En tercer lugar tenemos registradores que no anotan preventivamente la demanda, y en cuarto lugar notarios que no advierten de la carga urbanística que tiene el inmueble. Sin entrar en la responsabilidad moral de abogados, gestores y compradores, no es que todos hayan fallado, es que el sistema en sí ha fracasado.
Los jueces no paralizaban y cuando lo hacían era demasiado tarde, el edificio se encontraba terminado y vendido. Esto ha transmitido la idea que el urbanismo irregular era tolerable. Numerosas asociaciones, ecologistas y posteriormente
Los jueces han reaccionado dándose cuenta del daño hecho a la ordenación del territorio y recientemente manifestaron que “entrarían con la piqueta en las obras ilegales”. En mi opinión, no se trata de pasar de permitir lo ilegal a perjudicar al inocente que habita esa casa. El responsable de lo ocurrido es el Estado y al Estado le corresponde poner las soluciones al fiasco que han permitido.
La Junta, con el tiempo, se fue dando cuenta del terrible perjuicio que ocasionaba la ilegalidad urbanístico a los ciudadanos..Este daño proviene del hecho de que un edificio ilegal conlleva un aumento de la población que carece de los equipamientos necesarios como viales públicos, saneamiento, alumbrado, y deja obsoletos los servicios públicos como sanidad o educación. El resultado son ciudades sin infraestructuras y ciudadanos sin servicios públicos. Es por ello que
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