Tan sólo una persona con el carisma de Jesús Gil era capaz de sacar adelante un proyecto tan arriesgado e imprudente como improbable. Pero Gil sabía que nada es imposible y se puso a trabajar en ello. Le encargó a su abogado, José Luis Sierra que diseñara la ideología de un partido “ pret a porter” para aprovechar su carisma.
Empezaron a reunirse todos los días a partir de las 19:00 horas en el Club Financiero Inmobiliario, las oficinas de Gil colindantes a su mansión “Villa Ángeles”. Del Club Financiero podemos destacar su inmensa cámara acorazada así como un enorme cuadro El Padrino, personaje de la película de Scorsese, toda una declaración de intenciones de lo que pretendía convertirse el impetuoso presidente del Atlético de Madrid.
El que fuera presidente de Ceuta, Antonio Sampietro, ha relatado la toma del poder por parte del GIL en el libro "Marbella: principio y fin del GILISMO. Intermedio cubano. Ceuta: un viaje de ida y vuelta", editado recientemente por Ediciones Ceutil.
José Luís Sierra escogió la forma de comenzar el proyecto: simular la creación de una Agrupación de Electores, grupo de votantes que apoyan la presentación de una candidatura sin necesidad de constituir un partido político. Sus miembros eligen la lista de forma abierta en una asamblea, de forma que el más votado encabeza el grupo y así hasta completarla.
Las firmas para la agrupación de electores podían certificarse ante el secretario municipal o ante un notario. Se abrieron protocolos en todas las notarias de Marbella y San Pedro para facilitar la presencia continuada de personas hasta alcanzar las 1500 firmas. Los grupos de apoyo hicieron un duro trabajo, veían la oportunidad de alcanzar el poder y esto estimuló su avidez. Se repartieron el listín telefónico de Marbella y empezaron a llamar a toda la ciudad, uno a uno. Resulta curioso, pero esta misma estructura se ha vuelto a repetir por otro partido en las últimas elecciones municipales, con gran éxito.
Llegado el momento, no se llegó a consolidar la trabajada agrupación de electores, sino que se constituyó un partido político al uso, aunque su fundación fuera lo único en lo que se parecería a los partidos tradicionales. La razón era muy sencilla: no podían permitirse el riesgo de una elección asamblearia de sus candidatos.
El Gilismo nació oficialmente el 14 de febrero de 1991 con el mínimo legal de constituyentes permitido, tres personas, José Luís Sierra, Pedro Román y Jesús Gil, y no 1500 como se dio a entender. El problema se manifestó en la segunda legislatura, cuando algunos ciudadanos percibieron que todos los que habían participado en los grupos de apoyo de la primera legislatura habían medrado. Esto atrajo una caterva de pedigüeños y aprovechados, que ya no aportaban nada y sólo pedían favores personales, así que Jesús Gil los tuvo que disolver en 1999. Por entonces, ya no los necesitaba puesto que disponía de una más que suficiente penetración social a través de la maquinaria informativa del régimen. De los grupos de apoyo sólo quedaron los miembros de los sectores más agradecidos de la sociedad, los mayores y las mujeres. Paradójicamente, el PP de Marbella ha imitado esta estructura, con continuos homenajes a los mayores, justificados con “merecidas” meriendas y fiestas. La política del baile y el bocadillo es una forma casposa, populista y demagógica de llenar los mítines. Una estrategia que no apela al razonamiento de los ciudadanos, al convencimiento de que tu opción de gobierno es la mejor, por el contrario asume que los ciudadanos son como menores de edad, incapaces de razonar.
- Los asaltantes
Jesús Gil eligió personalmente la lista electoral, aunque siempre pensó que no tenía gran importancia, puesto que le iban votar a él, llegando a manifestar, con cierto desdén que le daba igual tener 25 concejales que 25 bomberos. Todos los designados eran, por aquel entonces, personas respetables y conocidas de Marbella, que jamás habían tenido ningún problema con la justicia. Esto nos lleva a pensar que fue durante sus años de gobierno con Jesús Gil cuando aprenden sus prácticas delictivas. Aunque no tuvieran antecedentes penales, compartían un factor común; una ganas implacables de forrarse, y más pronto que tarde. Entre los más destacados, Pedro Román, Antonio Sampietro y Antonio Serrano, existía una lucha de poder finalmente se inclinó a favor de Pedro Román a pesar de ser un oportunista que se había acercado a Gil al ver una oportunidad de lucrarse, convirtiéndose en número dos del incipiente régimen.
Antonio Sampietro era un arquitecto hecho a sí mismo, amigo de Jesús Gil desde hacía años. Llegó a Marbella como director técnico de obra y conoció a Pedro Román al comprarle una oficina en el céntrico edificio Diplomático. En realidad, el nombre es toda una metáfora de la sociedad Marbellí. En realidad, el edificio es un pequeño bloque situado en una calle trasera a la principal de Marbella, Ricardo Soriano. Tiene sencillas oficinas ocupadas por gestorías o administraciones de fincas. Un nombre muy pretencioso para una realidad mucho más humilde.
Jesús Gil no financió la primera campaña, sino que lo hizo Antonio Serrano. A pesar de lo que se cree, Jesús Gil pasó por auténticos apuros económicos. En cuanto tenía dinero se lo gastaba en el Atlético de Madrid. Su pasión por el Fútbol acabó costándole a las arcas municipales de la ciudad varias decenas de millones de Euros. Todo el mundo habla bien de Serrano, Era entonces el presidente del Atlético Marbellí, cuando en su época de esplendor era un equipo de Segunda B. Lógicamente, su relación con Jesús Gil provenía del mundo del futbol. Su paso fue fugaz, puesto que dimitió tras el escándalo que vincularía al Atlético de Madrid y el Ayuntamiento de Marbella conocido como caso “camisetas”. Su dimisión al comienzo del régimen parece probar cierto prurito ético. Otros candidatos de la mima manera abandonaron pronto la nave. Victoria Luque, hija de los propietarios de la cadena de Hoteles El Fuerte, de gran implantación en Marbella, renunció durante la primera legislatura. Juan Luís Balmaseda deseaba ocupar el lugar de Sierra como asesor jurídico de Gil y al no conseguirlo presentó su dimisión. Balmaseda dirige el despacho “Balms Abogados”, que llegó a estar entre los diez más importantes de España. En la actualidad mantiene una excelente relación con el actual equipo de gobierno del Partido Popular, como prueba el hecho de que difundieran a través de su gabinete de prensa ¿del ayuntamiento? el otorgamiento del certificado de calidad ISO 2000 . El abogado Antonio Abril, no tuvo la necesidad de dimitir, renunció previamente a su acta de concejal, aunque nunca dejó de mantener cercanía profesional con el Ayuntamiento.
La mayoría de las personas que apoyaron al GIL, ahora no recuerdan haberlo hecho, tan sólo el 3 por ciento recuerda haber votado al GIL, cuando en realidad era el 55 por ciento. La conclusión es evidente.
Curiosamente Julián Muñoz, en un comienzo, ni siquiera aparecía en la primera lista. Cuando Jesús Gil la confeccionó pensaba en ciudadanos con un perfil relevante de Marbella, y Julián era tan sólo un mediocre empresario de hostelería, aunque su duro trabajo durante la campaña hizo que finalmente lo incluyeran.
En el Ayuntamiento de Marbella trabajan aproximadamente 3000 personas que no fueron sometidas a las reglas que establece la ley para acceder a una entidad pública, sin importar la forma jurídica que tenga. Estos procedimientos se rigen por los principios de publicidad, mérito y capacidad, algo que fue sistemáticamente vulnerado durante los quince años de gobierno gilista, con todo podemos afirmar que la estructura mafiosa como tal estaba formada por un grupo de personas de su más estricta confianza.
Además de ”la familia” que es propietaria del negocio, el numero 2 de la organización mafiosa del GIL era José Luis Sierra, el “abogado asesor de la familia”, jefe del departamento de “legalizaciones” y autentico ideólogo del Gilismo. Entre sus valedores podemos encontrar a hosteleros agradecidos por las enormes terrazas concedidas invadiendo el dominio público, empresarios titulares de graciosas concesiones administrativas a precios irrisorios. Emblemático es el caso de la cadena de restaurantes “
El Gilismo también tenía concesiones “graciosas” para la gente necesitada, en ocasiones se les entregaba una vivienda, convirtiéndose en adeptos necesarios al régimen. No faltaban las asociaciones de vecinos a los que se les da un local y una subvención anual para que su directiva se muestre conformista y, por supuesto, constructores que les vendieron terrenos municipales a precio de ganga, y les dieron licencia de construcción en zonas verdes o equipamientos.
Podríamos continuar, largo y tendido relatando las relaciones clientelares tejidas en Marbella. Lo peor de esta sociedad de intereses es el vínculo entre el ciudadano agradecido y el político corrupto. La lógica interna se asienta en el principio del “ tu me dejas robar, y yo te doy parte de la mordida”. Esto pervierte el sentido ético y social de la ciudadanía, que pierde el hábito del trabajo para elevar el “pelotazo” a sublime método de medrar. Todas aquellas personas titulares de esta relación de vasallaje, junto a esta singular y burda forma de esquilmar una sociedad conforman lo que hoy denominamos como Gilismo. Mas de 50.000 personas tuvieron una relación, de mayor o menor intensidad con el núcleo de poder municipal.
Me gustaría seguir esta información que me parece clara y veraz.
ResponderEliminarVolveré a leer con más detenimiento y a comentar esta publicación.
Me extraña la falta de comentarios, sobretodo de marbellíes. Muchos se sentirán touché (no digo avergonzados porque no creo que lo estén)