lunes, 21 de junio de 2010

La plataforma contra el Plan General

Ante el masivo cambio de calificación de los terrenos del municipio en urbanizable, un grupo de ciudadanos constituyó una plataforma contra el Plan General encabezada por la abogada Inmaculada Gálvez e integrada por asociaciones de vecinos, que informaban a los colectivos para que alegasen contra la normativa urbanística. Respecto a estas alegaciones, Jesús Gil aseguró que el nuevo PGOU era “serio y riguroso” e insistió que los inconvenientes de la plataforma "proceden de cuatro chaus chaus: protestan porque han puesto una valla, porque se ha tirado un eucalipto o porque una persona se ha metido unos metros. Si eso son alegaciones que venga Dios y lo vea", mientras aprovechaba para asegurar que no era necesario un estudio de impacto ambiental.

Las denuncias por licencias ilegales no son nuevas en Marbella, el 30 de septiembre de 1997 la Plataforma Ciudadana para la Revisión del Plan General de Ordenación Urbana denunció ante la Delegación Provincial de la Consejería de Medio Ambiente de la Junta que “en apenas dos meses han podido constatar la ilegalidad de 53 licencias sin apenas medios. Deben existir muchas más que han escapado a su control". La Plataforma presento un total de 143 alegaciones que por supuesto no fueron aceptadas.

En tanto, Jesús Gil continuaba con la presentación de sus proyectos y levantaba auténticas cortinas de humo, asegurando que convertiría a Marbella en un “principado como el de Mónaco”. Aprobaba inicialmente el Plan General el 12 de noviembre de 1997 y lo remitía a la Comisión Provincial de Urbanismo. No dilató la Junta mucho la respuesta, el 17 de noviembre de 1997, apenas 5 días después de su aprobación, aseguró que no ratificaría el Plan puesto que adolecía de la preceptiva evaluación de impacto ambiental. Recientemente se había aprobado la reforma del Código Penal que sancionaba el delito contra la ordenación del territorio, por lo que amenazaron, por primera vez, con el inicio de actuaciones penales contra el consistorio. Jesús Gil no dudo en responder que él era el alcalde y “puedo dar licencia a quién me dé la gana,” Con respecto a los miembros de la Plataforma Ciudadana para la Revisión del PGOU afirmó que "Hay que ser mal nacidos para tratar de asustar a bancos y promotores para que esto sea una ruina como la que tenían ellos".

En estas fechas los testaferros de Jesús Gil y Juan Antonio Roca facturaban miles de millones a la ciudad por proyectos falsos, mientras que el Ayuntamiento subía el IBI un 35 por ciento. La contundente oposición del concejal Antonio Martín provocó a Pedro Román que le amenazó en un Pleno "a que se vean las caras donde quiera, cuando quiera y como quiera, a solas y sin la presencia de los medios de comunicación".

El GIL lanzó una moción de censura en el Ayuntamiento de Manilva, pero necesitaba el apoyo del Partido Popular, así que optó por la estrategia de amenazar con sacar a la luz corruptelas de los populares. Ante el chantaje, el Secretario del Partido Popular en Granada advertía a Gil que “Marbella no es Sicilia” y el portavoz del grupo parlamentario en la Junta de Andalucía aseveró que su partido no iba a arrugarse a la primera amenaza de Gil como hizo el PSOE .

A su vez, los empresarios ya se posicionaban ante la aprobación del Plan General. La empresa gallega FADESA anunciaba la compra de dos millones de metros cuadrados en la zona conocida como Guadalmina, donde también construirían un hotel con una inversión superior a los 20.000 millones de pesetas. Jesús Gil aumentó la presión para obtener la ratificación de su plan por parte de la Junta, llegándose a reunir con Felipe González. Fue entonces cuando decidió sacarse un as de la manga: el acta notarial donde manifiesta haber pagado una mordida al PSOE de Montaner y Salinas para aumentar la edificabilidad de una promoción. Pactó con la Junta de Andalucía desistir del caso, a cambio de cierta benevolencia en la aprobación del Plan General. Es por esta razón por la que Jesús Gil dijo sentirse “ traicionado” por el ente autonómico.

Para despejar cualquier duda sobre corrupción, el Alcalde destituyó a Carlos Fernández, el joven concejal encargado de Juventud y Deportes que se dedicaba a quedarse con la mitad del sueldo de los futbolistas del San Pedro. Por aquel entonces, como solían comentar los concejales “no se movía un papel en Marbella sin el permiso de don Jesús”. A Carlos Fernández se le ocurrió que podía robar por su cuenta, lo que supuso un gran error. Cuando Jesús Gil se enteró convocó a una reunión a Carlos Fernández y le dijo que por qué lo había hecho, que si le hubiera pedido el dinero se lo habría dado.

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